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Unilateralismo

Estados Unidos es el amo del mundo. ¿Hay alguien que no comparta esta afirmación? Puede ser cierta o falsa, de la misma manera que esa realidad puede ser analizada desde un punto de vista ideológico favorable o desde el contrario. Pero lo cierto es que todos damos por válida esa idea y actuamos en consecuencia. La crítica al mundo en que vivimos no suele obviar la responsabilidad de la nación dominante del Imperio en la mayoría de los males que aquejan al globo: hambre, pobreza, injusticia… Y a esto se añade la política llevada a cabo por EEUU, país de profunda tradición democrática, a través de un gobierno que parece tener también esa idea como consigna: somos la única gran potencia y tenemos la obligación de guiar al mundo por la senda de la verdad y el progreso.

A nadie se le escapa que estamos viviendo una época de despliegue de la superioridad militar de EEUU por todo el planeta. Que la hegemonía política y económica de esta nación sobre las demás puede ser aún mayor, es indudable. Pero existen muchas voces que denuncian lo irracional de continuar como si esto fuera lo lógico, lo natural: que el futuro de todos pase por la voluntad de unos EEUU que deciden en función de sus intereses. Tras el 11S se hacía aún más necesario un cambio de rumbo porque no son admisibles más actitudes como las contrarias a Kyoto o al Tribunal Penal Internacional, ni más estrategias de dominio justificadas en el ‘eje del mal’ de turno. La política del unilateralismo tendrá consecuencias tan nefastas como las que se adivinan tras las frías cifras del presupuesto…

¿A quién se trata de convencer con buenas intenciones cuando se va a Monterrey prometiendo 5.000 millones de dólares más de ayuda al desarrollo a la vez que el gasto de defensa se incrementa en 55.000 millones? Parece que Bush terminará siendo conocido por el ‘hombre de acero’, y no sólo por la subida del arancel sobre el acero que ha ordenado mientras da lecciones de librecambismo a todo el mundo siguiendo otra conocida consigna: haced lo que digo, no lo que hago. La Organización Mundial del Comercio debe reaccionar, si de verdad quiere desempeñar una labor en favor del libre comercio. E igualmente no se pueden quedar quietos los demás países frente a la cruzada contra el ‘eje del mal’, ahora que el ataque contra Irak está ya planificado, si pueden convencer a EEUU para que tome, frente al unilateralismo, otro camino más equilibrado en su política de alcance global.