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Dudas e incertidumbres

Estamos metidos en una guerra necesaria. Aunque pueden plantearse dudas. Pero la defensa de la vida y la libertad no permite equidistancias o cobardes indiferencias. ¿Están justificadas las represalias de Bush? El terrorismo es una amenaza para la humanidad y la legítima defensa un recurso válido para pararle los pies. Hay guerras justas, y esta parece una de ellas. Quienes desde el pacifismo han optado por no apoyar la intervención merecen todo el respeto. Es importantísimo que siempre haya gente que de buena fe exija la paz y la resolución de los conflictos por otros medios. Aunque me temo que esta vez están equivocados. La guerra es terrible, como todas, pero más nefasta hubiera sido la inacción, la falta de reflejos.

Pero… ¿van realmente a solucionar algo estos ataques sobre Afganistán? Esta guerra, como mal necesario, se presenta incierta, con múltiples consecuencias en varios ámbitos. En el de mayor importancia, en el integrismo, los efectos nos pueden situar en una posición aún más delicada. Los movimientos dentro de cada país preocupan. Y los cadáveres de muchos musulmanes inocentes en varias naciones islámicas pueden ser la llama que prenda la mecha del odio infinito. Al integrismo no se le puede dar alas y Osama Bin Laden está jugando esta partida de ajedrez con ventaja. Sabía que EE.UU. iba a responder militarmente y está preparado para alentar a sus terroristas en una nueva escalada de violencia. Y el objetivo no es acabar con los infieles occidentales, no nos engañemos, sino ganarse la legitimidad a costa de los moderados en el mundo islámico. No hay guerra de civilizaciones, y mucho menos de culturas. La guerra es contra el fanatismo.

La estrategia occidental no se puede quedar en las bombas. La política y la diplomacia tienen que tomar el relevo por el bien de la humanidad. El Islam no puede verse atacado porque la sensación de derrota es otro aliciente más para el integrismo. Es lo que busca Bin Laden para desatar la gran catástrofe. No lo deberíamos olvidar.