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Un fantasma recorre Europa

Si ponemos a cualquier observador imparcial a leer el periódico unos días antes de la celebración de la Cumbre Europea en Barcelona, a buen seguro nos daría una visión ponderada sobre los hechos que resultaría muy llamativa para algunos. En una página encontramos una noticia sobre los preparativos de la reunión y las actividades de los grupos llamados ‘antiglobalización’. Parece que éstos hacen esfuerzos por dar una imagen no violenta y evitar problemas en la manifestación. Y también se resalta la pugna existente entre dos sectores (se habla de moderados y radicales) representados por sendas plataformas: el Foro Social (formado por partidos de izquierda, sindicatos y otras organizaciones) y la Campaña contra la Europa del Capital (donde se reúnen organizaciones con planteamientos de oposición más radical).

En el mismo periódico podemos leer las declaraciones de Aznar sobre la cumbre y sus circunstancias: el europresidente se dedica a dar consejos a partidos como el PSC cuestionando si tendrán claro por qué se manifiestan, advirtiéndoles de «a quién van a acompañar» (en relación a Batasuna, que se ha integrado en una tercera y minoritaria plataforma) y sentenciando que «aquellos que van en contra de la globalización se oponen con unas ideas proteccionistas, reaccionarias, de falta de libertad». En cierto modo el presidente no hace más que sumarse al discurso deslegitimador de estos movimientos que tan minuciosamente ha sido labrado por los creadores de opinión afectos a la causa conservadora. También sobresale la aportación de Aznar a la grosera campaña desatada contra el PSC por dar libertad a sus militantes a que se sumen a la manifestación.

El eco mediático de acontecimientos como este debe ser ensordecedor para quien asista al debate desde la barrera. Quizá sea ese el objetivo: confundir a la opinión pública sobre lo que defiende cada uno. Si el PSC se suma al Foro Social, pues hay que trasmitir la idea de que así apoyan a los ‘antisistema’ y a los violentos. Y si los críticos piden una Europa con una política más social, habrá que afanarse en desvirtuar esas ideas diciendo que son contrarias a la libertad. Aunque esta campaña tiene un límite claro que no parecen ver los que la llevan a cabo: con tan sólo un poco de información sobre el qué, el quién y el por qué de este debate, cualquiera puede formarse su propia opinión basada en la realidad y desechar los argumentos prefabricados de quienes critican a los críticos de esta globalización construyendo una imagen distorsionada de ellos. Pero, claro, así todo es más favorable a sus posiciones: satanizando al adversario.