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Un radical

El profesor José Luis Sampedro sigue en la brecha a sus 85 años haciendo lo que más vida le da: escribir. Es de agradecer que sabios como Sampedro no estén ‘fuera de la circulación’ en este mundo que se congratula de vivir en la «era del conocimiento» y que, paradójicamente, más demuestra con los hechos el desprecio por todo lo que requiere un mínimo de actividad intelectual. Desde el poder, al mismo tiempo, se idolatra la juventud como valor en sí mismo y se ensalza a una generación que consagró el conformismo como seña de identidad: el modelo de joven perfecto es el que piensa como un viejo. Pero hay octogenarios que prefieren ser rebeldes: Sampedro, el viejo catedrático de Estructura Económica, asegura que la vida le ha hecho ser más radical. Los años aportan libertad para decir lo que se piensa, y hay quien no duda: «Cuanto más viejo, más radical».

Sampedro acaba de publicar el libro «El mercado y la globalización», especialmente dedicado a quienes quieran acercarse con un lenguaje accesible a la realidad económica que más debate ha suscitado en los últimos años. Explica el funcionamiento del proceso intentando desmontar mentiras que las propias palabras utilizadas por los medios y su monopolización del lenguaje han logrado imponer. En un mundo con más exclusión social, el término ‘globalización’ vino a representar una idealización feliz de lo que suponía la creación de un gran mercado mundial. Ahora, a los críticos se les llama ‘antiglobalizadores’, que es la palabra perfecta para crear esa imagen de sujeto peligroso cuestionando el ‘orden’ establecido. Sampedro dice que nada de ‘anti’: en realidad los críticos somos ‘hipermetamogollónglobalizadores’. Se agradece también la lucidez.

Lo que se propugna es una globalización más justa, y eso significa que se mundialicen más aspectos, como los derechos humanos o el medio ambiente, y que exista un reparto global más equitativo. Hace unas semanas estuvo en Sevilla e ironizaba durante una conferencia: «Los globalizados somos como los fumadores pasivos, que no disfrutamos pero cogemos el cáncer». Pero los resortes conservadores de la sociedad han generado el fantasma de la contestación al sistema en torno a los críticos con la ideología globalista neoliberal. Es utilizado el término ‘radical’, como una manipulación entre tantas otras, para referirse a lo hostil a unos valores determinados. Incluso los terroristas y su entorno, los aficionados al fútbol violentos y cualquier bárbaro que destroza mobiliario urbano son ahora ‘radicales’. Una degradación absoluta del lenguaje.

La valiosa aportación del último libro de José Luis Sampedro posiblemente consiga que no tanta gente se deje embaucar por la imagen distorsionada que se da de la bendita globalización y los ‘rojos’ que se oponen a la situación actual. La ideología que sustenta las tesis globalistas de los fundamentalistas del mercado tiene que tener un contrapeso. Hace poco le contaba Sampedro a Jesús Quintero en El Vagamundo que busca la izquierda allí donde está el futuro: en los que llama ‘alegristas’, formados por una ‘muchedumbre’ en Porto Alegre o allá donde se reúnan. En esa voluntad de cambio y en los progresos de la ciencia está el futuro, pues como afirma el viejo profesor, no solamente «otro mundo es posible, sino que otro mundo es seguro». La historia es cambio, aunque algunos se empeñen en negarlo.