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El camino

Termina el verano. Llega septiembre. Uno tiene desde chico la sensación de que ahora es cuando realmente empieza el año. Es como si comenzara un nuevo ciclo. Se inaugura curso, hasta los políticos siguen ese ritual. Vuelven los coleccionables a los quioscos, ¿seré capaz de culminar el ‘proyecto de futuro’ de hacerme con los tropecientos fascículos de Star Wars? Otra vez tenemos liga los domingos… La vida es puro sufrimiento. Por si a alguien se le había olvidado coger una depresión, el telediario nos recuerda que ahora sobreviene el ‘síndrome postvacacional’. La vida debe ser cíclica, no se explica si no la cantidad de aderezos que tenemos que añadirle para soportar su rutina. Aunque recurriendo a la poesía, nos percatamos de que la imagen por excelencia es la del camino. ‘Caminante no hay camino…’, y claro, hay que andar mucho porque el camino continúa y no hay vuelta atrás.

Y en el fondo, para qué volver, como decía Cernuda. Aprovechando la excusa del centenario de su nacimiento, traigo a este blog unos versos, en parte para recordar a una de las figuras más admiradas de aquella generación. Vivieron años de guerra, de exilio, y aquello trunca cualquier proyecto. Pero Luis Cernuda nos dice que él es un peregrino, pues nada debe hurtarnos la posibilidad de seguir esa travesía vital adelante, hasta sus últimas consecuencias, mirando sin miedo al futuro. Exprimiendo la existencia, buscando siempre cosas nuevas, saboreando la libertad de elegir nuevos rumbos. Conferencias y placas conmemorativas llenan los actos de celebración del centenario de Cernuda, como antes se hizo con otros autores. Es ya un tópico, pero lo cierto es que el mejor homenaje que se le puede hacer es leer sus versos.

Estos que siguen fueron publicados en «Desolación en la quimera» (1962).

PEREGRINO

¿Volver? Vuelva el que tenga,

Tras largos años, tras un largo viaje,

Cansancio del camino y la codicia

De su tierra, su casa, sus amigos.

Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,

Sino seguir siempre adelante,

Disponible por siempre, mozo o viejo,

Sin hijo que te busque, como a Ulises,

Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,

Fiel hasta el fin del camino y tu vida,

No eches de menos un destino más fácil,

Tus pies sobre la tierra antes no hollada,

Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

He hablado ya aquí de la inquietud que despierta la ‘muerte del espíritu’. Se puede trasladar la idea a la desaparición de las utopías, ya nadie cree en nada. Esto realmente no es cierto, puesto que la necesidad de tener fe en algo es una constante en nuestra especie. Las religiones van pasando de moda. También se dice que el hombre ha matado a Dios. Pero lo que más se puede constatar en estos tiempos es el desconcierto ante la muerte de lo ‘trascendental’. Ya nada tiene un valor absoluto, la existencia no pasa de ser un insípido ‘aquí y ahora’. Con el trasfondo de la gran catástrofe para un país que supone la guerra, tenemos la magnífica reflexión de un ateo en La visita de Dios, de Luis Cernuda.