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El drama en la ficción y en la realidad

Parece que han acertado de lleno en esta edición, la 50ª, del Festival de San Sebastián a la hora de otorgar la Concha de Oro. Se la ha llevado la película «Los lunes al sol» de Fernando León de Aranoa, la más aplaudida sin duda en los días previos por público y crítica. El tema que ha enganchado tanto no podía ser más ‘corriente’: la vida de unos parados en un entorno en el que sufren la exclusión. Nada de fantasías animadas y gnomos verdes; de vez en cuando el cine necesita realismo en dosis industriales. Y esta vez, por lo que dicen, con calidad en el guión e interpretaciones creíbles: Bardem debe bordar el papel, pues ejemplos no le habrán faltado en la vida real para crear ese personaje de «héroe a la fuerza de la clase proletaria» como lo califica Carlos Boyero, quien no escatima elogios al film: habrá que ir a verla.

«Habla de sensaciones muy terrenales, de seres humanos que jamás podrán estar de moda porque su condición social, profesional y sentimental es la de parados, de lo que nuestro egoísmo o feroz instinto de supervivencia quiere pensar que siempre le va a ocurrir al prójimo pero nunca a nosotros, de los individuos comprensiblemente acojonados porque su presente es muy negro pero el futuro es aún peor, de los que tiran la toalla en su soledad, su miseria, su derrota, su desesperanza y su intemperie lanzándose al vacío y de los que resisten a pesar de los pesares, aunque sólo puedan escupir al cielo y maldecir…». (El Mundo, 24/09/2002)

Esta semana, además, la dirección de Seat ha anunciado que traslada parte de la producción de Martorell a una fábrica de Bratislava. La excusa: que los sindicatos no consienten poner unos cuantos días más de trabajo en los próximos meses para producir más coches. Bueno, una excusa como otra cualquiera. La empresa pretende disminuir costes, que es lo que le importa, y el daño colateral se mide en empleos destruidos: 500 directos y 4500 indirectos. La propia industria auxiliar ve con temor la posibilidad de que la transnacional siga en la misma línea: recortando producción aquí para aprovechar mejor el bajo coste de la mano de obra en la Europa del Este. Volkswagen busca una mayor ‘flexibilidad’ con la deslocalización de su filial, es decir, quiere más sumisión de los trabajadores y más autonomía para decidir en qué sitio maximizará su beneficio.

El resultado es el que después el cine se ve obligado a reflejar para que no nos engañemos más con mundos idealizados de números y curvas: prejubilaciones vergonzantes -que pagamos todos en alguna medida a través del Estado-, despidos como única forma de ejecutar los eufemísticos ‘ajustes de plantilla’. Esto es, nuevos parados que sólo el tiempo dirá si se convierten en ‘parados de larga duración’, trabajadores de más de 50 años que no ven posibilidades ciertas de encontrar un nuevo empleo… Más exclusión social. Ya no es sólo cuestión de acabar con la pobreza de los niveles más bajos de renta, puesto que el problema está en una grave falta de oportunidades de mucha gente ante un futuro tan precario. Esta vez, además, otro factor sobrevuela el ambiente: las cuantiosísimas subvenciones públicas recibidas por Seat, ¿acaso la sociedad no tiene ahora derecho a exigir a la empresa algo a cambio?