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Agua pura y negocio redondo

Hace pocos meses nos llegaron noticias desde el Reino Unido sobre una singular polémica provocada por la comercialización de agua, en concreto por la que se vendía bajo la marca ‘Dasani’. Se ponía en cuestión la actividad de una filial de Coca Cola que había conquistado buena parte del mercado de agua embotellada gracias a la citada marca, que se anunciaba como ‘agua pura’. Habitualmente se diferencian dos clases de este bien imprescindible: el agua mineral, que proviene de manantiales naturales conocidos, y el agua pura, que satisface la demanda de un producto ‘ideal’. La purificación -llevada a cabo mediante varios procesos- a la que es sometida el agua que se vende bajo esta segunda tipología garantiza la imagen idealizada del líquido que adquieren los consumidores. La venta de agua embotellada está emparentada con la idea de la salud perfecta; en ese sentido, la pureza es un activo para entrar a competir en el mercado, ya sea por medio de un agua natural o de ese agua artificialmente convertida en pura. El lucrativo negocio del agua no deja de llamar la atención, sobre todo por el crecimiento experimentado en sociedades maduras donde la preocupación por un bien esencial como este lleva a la gente a lanzarse a comprarlo en botellas. Crecen las ventas un 15% de un año para otro y todo indica que no se confía demasiado en la calidad del agua de los servicios públicos.

El escándalo que suscitó el agua ‘Dasani’ no fue, en sí mismo, por su elevado precio o el beneficio obtenido. Saltó la sorpresa al descubrirse y hacerse pública la procedencia de la materia prima: el agua pura era, con toda lógica, por otra parte, agua del grifo ‘purificada’. No se sabe bien si los consumidores se sorprendieron realmente ante el reconocimiento de esta circunstancia por parte de la empresa. Resultaba evidente que la fábrica de agua de Coca Cola, situada en las afueras de Londres, debía tomar el agua de algún sitio. Y éste era el suministro de la compañía londinense de distribución ‘Thames Water’. Se vendía agua del Támesis en botella. Pero la reacción más airada no fue de los consumidores, aunque finalmente la empresa haya decidido dejar de comercializar el agua por los perjuicios que sufrió su imagen. La principal queja vino de la distribuidora local: el agua del grifo en Londres es, ante todo, de gran calidad, y era todo insulto para quienes presumían de este logro que un productor privado la calificara de impura y la tratara para venderla como ‘pura’. Y ciertamente lo era. A excepción del tratamiento, es un despropósito ofrecer al público un agua cuyo principal reclamo lo constituye la original botella azul claro de diseño que protagoniza la publicidad del producto.

El fraude que vio denunciado en todos los medios de masas la todopoderosa multinacional de refrescos Coca Cola consta, además, de una sencilla traducción en cifras que cualquiera ha entendido a la primera, pues se asemeja demasiado a la tradicional picaresca. Se trata de esta regla de oro del beneficio hídrico: los 500 mililitros de agua corriente de la empresa suministradora se pagan a 0,03 peniques, precio habitual del agua en Londres, y se venden con botella, ‘purificación’ y marketing incluido, a 95 peniques. Con todo, lo más curioso es ese proceso por el que se convierte el agua en pura. Se anunció que el tratamiento comprendía tres filtros sucesivos, además de una etapa de ‘ósmosis inversa’, que eliminaba del preciado líquido todas las bacterias, sales minerales y demás impurezas. Pomposamente se decía que era una técnica perfeccionada por la Nasa para tener agua en sus naves espaciales. Es cierto, pero el furor publicitario llevó a vender de forma engañosa el invento del ‘agua pura’ como la mejor opción para los desprevenidos consumidores que desconfían del líquido que sale del grifo. La realidad es que la optimizada técnica de la ‘ósmosis inversa’ está al alcance de cualquiera que se instale un filtro doméstico de ese tipo en su casa. Una vez más, la capacidad de crear nuevos negocios gana terreno a la racionalidad del consumo ajustado a las necesidades reales.

Un comentario

  1. Anónimo Anónimo

    De hecho, la calidad del agua londinense no es tan buena como se comenta. Desconozco la mayoria de los parametros, pero por colegas acuariofilos se que el nivel de NO3 (nitrato) ronda las 50 ppm, en el umbral de lo permitido por la legislacion española, por encima de esto puede ser peligroso para bebes, pues el relativamente inocuo nitrato se convierte en los sensiblemente mas toxicos nitritos en el ambiente acido del estomago. Ademas esta la cuestion del sabor, cuando estuve en londres hace año y medio no recuerdo que supiera mal, pero en cualquier caso, un agua que cumpla con todos los requisitos sanitarios puede tener un sabor horrible, como ejemplo, el agua de Murcia, da autenticas arcadas. El agua filtrada por osmosis sabe muy bien.

    Esto tambien me recuerda que aqui en españa tambien se comercializa este tipo de agua purificada. No recuerdo la marca, pero la botella claramente indicaba que el agua era purificaba mediante osmosis inversa.

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