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Noticias, papel y bits

Cuando se hacen predicciones sobre el desarrollo tecnológico, deben tenerse en cuenta los factores psicológicos. Un avance en la tecnología aplicada a determinado producto no siempre funciona a la primera y en poco tiempo. Los consumidores no sólo evalúan la eficiencia o las prestaciones del chisme o ‘gadget’ de que se trate: también la comodidad de su uso y el coste de tener que cambiar el ‘chip’ mental para la nueva tecnología. Todo esto, evidentemente, entra dentro de las previsiones que se hacen cuando surge una innovación. Aunque es habitual, sin embargo, que se dé un curioso fenómeno de escepticismo tecnológico -una especie de depresión postparto- cada vez que no se cumplen los más optimistas vaticinios sobre la implantación del nuevo invento. Los móviles y el uso de internet arrastran ese síndrome a pesar de su éxito: la revolución que traen consigo es cierta, pero su impacto en la sociedad se manifiesta de forma lenta. No es tan corto el periodo de cambio en las costumbres por la innovación. Y, además, no siempre se produce una sustitución de tecnologías. Esto último es evidente en lo que concierne a los medios de comunicación tradicionales e internet.

La prensa, la radio y la televisión no han muerto por la generalización de la red. Con el tiempo, lo que sí se producirá es una adaptación a los nuevos soportes técnicos. Internet ha abierto la puerta a la publicación digital, que compite con la de papel gracias a la inexistencia de la barrera física casi insalvable que convierte al mercado de prensa diaria en un oligopolio. Mucho se ha escrito sobre la apertura del periodismo al nuevo mundo de la prensa digital. Sin embargo, más que una sólida transición hacia las noticias electrónicas como prioridad de la audiencia, lo que se ha puesto de manifiesto en los últimos años es la crisis del modelo de prensa de pago. Es decir, no es definitiva la consolidación de las publicaciones diarias en internet: los distintos formatos que ahora compiten habrán de dar muchas vueltas todavía. Pero donde no hay duda es en el diagnóstico del estancamiento de los periódicos de papel. Las empresas periodísticas que cobran por su producto diario se están encontrado, para colmo de males, con un creciente fenómeno de competencia en el papel: los periódicos gratuitos que llegan a manos del lector cada mañana en las ciudades. Hasta las editoras tradicionales están entrando en el negocio.

Los usos que los consumidores hacen de la prensa están determinados por la comodidad. Para enterarse de cuáles son las principales noticias del día, por cero euros tienes en algunos de los periódicos gratuitos el soporte perfecto para leer en el trayecto del metro o el autobús. Por un euro, la prensa de papel deberá ofrecer cada vez más información muy valiosa para convencer al lector de que compensa el gasto. El camino podrá ser el ya apuntado por más de un experto: primar el análisis y la interpretación de los hechos. Esto también está gratis en internet, así que el periódico de pago tendrá que recurrir al truco de las firmas exclusivas. Las publicaciones digitales harán más daño a la cuenta de resultados de los periódicos cuando su audiencia sea verdaderamente masiva. Quizás sólo sea cuestión de tiempo que las nuevas generaciones de lectores valoren más la comodidad de la pantalla frente al papel. Se necesitará, eso sí, mejorar aún más los soportes. ¿Será realidad por fin el papel electrónico? La revolución anunciada va lenta, pero las repetidas predicciones sobre el futuro de los periódicos y el acceso a las noticias terminarán cumpliéndose. De ahí a la progresiva pérdida de relevancia de los medios debería haber sólo un paso.