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Opinión, columnas y blogs

Los formatos utilizados para construir artículos de opinión han ido cambiando a lo largo del tiempo. Aunque, en el fondo, nada esencial varió en los últimos siglos en la tarea de expresar unas ideas en un texto dirigido a un público concreto. Pero es evidente que las formas de la opinión no han hecho sino cambiar, hasta llegar a la columna, que quizás sea el formato con mayor capacidad de adaptación. Caracterizadas por la brevedad, las columnas dan cabida a opiniones expresadas por medio de muy diferentes estilos. Sin embargo, la heterogeneidad de la columna no impide que todos los artículos de este tipo queden bajo la lógica del periodismo. En periódicos y revistas, la opinión es parte imprescindible del producto, de modo que las firmas actúan de acompañantes del lector en las publicaciones que éste elige en el punto de venta. En internet, un nuevo formato ha sido llamado a revolucionar la publicación de opiniones: el blog. Las particularidades del blog frente a la columna son más que conocidas: no existe soporte mediático, el lector no acude al punto de venta, dispone de todas las firmas a la vez, las publicaciones -que limitan el espacio para la expresión- han desaparecido. No son pocos los cambios que han traído consigo los blogs.

Pero no todo se ha transformado con la misma velocidad con que se multiplica el número de autores de blogs. A pesar del cambio de formato, la opinión digital no tiene por qué diferir tanto de la que recala en los diarios. El debate, a partir de este punto, se ha dirigido hacia la gran ‘amenaza’. ¿Se está acercando el fin de la era de los opinadores protegidos por el prestigio mediático? La virtud de los blogs reside, como es sabido, en proporcionarle una tribuna a quien no se gana la vida escribiendo en periódicos. Esto es al mismo tiempo su principal defecto, por la disparidad de calidades. Si en los blogs se escribe tanto y con tanto atractivo como en la prensa, es cuestión de tiempo comprobar la fuerte competencia que se podrá establecer entre las distintas fuentes de opinión. En alguna medida ya es efectiva la diferenciación que sitúa casi en el mismo nivel de importancia el conocer, por un lado, qué se opina en los periódicos y, por otro, qué se opina en la red. Los blogs pueden terminar siendo un reflejo mucho más fiel de lo que conocemos por opinión pública: una alternativa a la tosca identificación que en ocasiones se hace de lo que piensan los ciudadanos con la ‘opinión publicada’ que se manifiesta a través de la prensa.

En el punto intermedio de la hipotética competencia entre blogs y columnas de prensa, se empieza a notar el interés de autores que estampan su firma en papel y que han descubierto el universo de la escritura en línea. Posiblemente, en cuanto al número de potenciales lectores, los blogs deberán bastante de su popularidad futura -que se presiente mayor a la actual popularidad revestida de ‘moda’- a los periodistas que apuestan por este formato para embarcarse en el proceloso universo digital. Se necesita más movilidad. Si se opta por creer que la muerte del papel diario conlleva la liberalización de los formatos de opinión, habrá que apostar en el futuro por la definitiva ruptura de la barrera que separa la tribuna del columnista de la del anónimo autor de un blog. En la red, ambos espacios convergen: más que oportuno sería, por tanto, poder ver a los columnistas de prensa convertidos en ‘bloggers’ y a los tildados de amateurs cambiando el blog por la columna. La libertad de elección que permite la tecnología, colocando a un click de distancia a todo el que desee expresar una opinión, niega la exclusividad de las firmas que venden los periódicos. El próximo articulista de referencia puede estar a punto de abrir su blog en la red.