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Gibraltar como problema

Nadie duda de que Gibraltar es un escollo permanente en las relaciones bilaterales hispano-británicas. La situación de la única colonia que existe en el continente europeo se convierte cíclicamente en un asunto prioritario que los respectivos gobiernos quieren superar, sin que se obtengan así resultados satisfactorios. En la negociación política sobre Gibraltar pesa más la historia que la realidad de este enclave británico en territorio español. La soberanía ha estado siempre en el centro del debate, con la reivindicación de la misma por parte de España como problema a resolver. Pero se han cumplido ya trescientos años desde que Gibraltar fuera conquistado por los británicos y en ningún momento ha sido factible la devolución del territorio que empezó siendo fortaleza estratégica y se ha convertido en el último vestigio del imperialismo en Europa. La anacrónica situación del Peñón ni siquiera encajaría en un proceso de descolonización al uso en el contexto de la Unión Europea. La realidad institucional que se perfila demanda soluciones intermedias para que Gibraltar se equipare políticamente a Leicester o a Alicante bajo el paraguas de la UE. La soberanía pierde relevancia si de lo que estamos tratando en relación con Gibraltar es de su estatus fiscal y su impacto en el entorno. Los viejos nacionalismos lo único que han hecho ha sido impedir avances en las conversaciones entre los dos gobiernos atrapados por la historia.

El verdadero problema de Gibraltar es que es uno de los paraísos fiscales más activos, con alrededor de 30.000 sociedades fantasmas. El caso adquiere tintes cómicos cuando se señala que, forzosamente, muchas de estas sociedades comparten domicilio con otras, un problema de espacio que obliga a que un mismo piso tenga cinco o seis placas de sociedades en la puerta, y cuando se recuerda, acerca de las líneas de teléfono habilitadas en Gibraltar, que caben a tres por habitante. No es ajeno el Peñón a todos los fenómenos característicos de un centro financiero para no residentes, instituido con el único propósito de la evasión fiscal: oscuridad administrativa, amparo a la opacidad fiscal y lavado de dinero negro. Cualquier intento de atajar la corrupción ligada al blanqueo de capitales en la zona será inútil si no se pone coto a las actuaciones financieras con base en Gibraltar. La Comisión Europea le ha puesto al Reino Unido el 2010 como límite para que la situación cambie, después de algún aplazamiento. Algo más que voluntad política será necesario para que en esa fecha se ponga fin al régimen fiscal de las sociedades fantasmas. La credibilidad de las autoridades está en juego, aunque poco importará un incumplimiento si los negocios asociados al blanqueo siguen contribuyendo a un virtual crecimiento económico.

Hasta entonces, el compañero de viaje de estos movimientos financieros seguirá aumentando de tamaño: la mafia. Porque se trata de dinero que acude a Gibraltar para ocultar su origen en diversas actividades ilícitas. Como ha denunciado la organización civil Attac, «Gibraltar sigue acogiendo sociedades tapadera que ocultan complejas redes de empresas dedicadas mayoritariamente a las inversiones inmobiliarias en las provincias de Málaga y Cádiz, como forma de transformar en activos declarables los fondos del narcotráfico y la economía criminal». La reciente operación policial bautizada «Ballena Blanca» ha puesto al descubierto una trama de blanqueo de dinero con base operativa en Marbella, pero es conocido que idéntico mecanismo está siendo utilizado por muchas otras organizaciones que aúnan las posibilidades de defraudación y el favor de las mafias internacionales especializadas en el secuestro y el ajuste de cuentas. Gibraltar es el gran lavadero que convierte en blancos y legales negocios ilícitos y evasiones masivas que en nada benefician a los ciudadanos de su área y de la Costa del Sol. El beneficio indirecto de la corrupción de unos pocos sólo se traduce en esa parte del crecimiento económico ligada al urbanismo que viene a ser la contrapartida de la implantación de mafias que llegan para quedarse. Antes de que la situación sea irreversible, se hace necesario cortar por lo sano cerrando el lavadero gibraltareño.

2 comentarios

  1. Pero hombre, pon aquí el artículo de Küng…

  2. Anónimo Anónimo

    Yo no puedo decir que no haiga blanqueo de dinero en gibraltar pero y en espana que todos los politicos y ayuntamientos estan corruptos. Si no se diera permiso para construir en zonas verdes y zonas que no se pueden construir las mafias no podrian tan facil lavar ese dinero sucio. Vamos arreglar nuestra casa antes de arreglar las demas.

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