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Cambio de dígito

No es fácil resistirse a hacer balance del año cuando éste se acaba. Es habitual que, en el repaso a los acontecimientos de los últimos doce meses, se resalten los claroscuros para que el optimismo no inunde la percepción del año que termina y se entre en el nuevo con la promesa de mejorar lo pasado. Pero al final resulta todo tan arbitrario como la descripción de las figuras que forman las nubes en el cielo. ¿Es eso un champiñón? ¿Acaso no se asemejan los cirros a un plato de caracoles? De modo que todos esos balances del año deberían dejarse en blanco, para que cada cual agrupe las nubes como mejor le parezca y el recuerdo de 2006 se parezca de verdad a cómo realmente fue el año para cada persona. Y no está de más recordar que, haya sido bueno o malo el año que ya terminó, en 2007 las nubes vendrán cargadas con las mismas promesas y dependerá de cada uno que se hagan o no realidad.

Nubes de 2006