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Año corrupto

Me fascina esta pintada callejera. Corrupto. ¿Quién? Da igual: hay tantos. Resume el sentir de estos tiempos en los que los ciudadanos asisten a un espectáculo de rasgamiento de vestiduras constante por la corrupción de los años gloriosos. Junto a la grave crisis que dura ya más de un lustro, el sistema político y económico se enfrenta al reto de la decencia: demostrar que puede regenerarse sin que se note demasiado que los mecanismos de rapiña que permiten esa corrupción descansan en las mismas bases del sistema.

El año que termina ha puesto de manifiesto la correlación entre el sufrimiento que genera la recesión económica y la corrupción institucionalizada que ha campado a sus anchas en nuestro país. Año corrupto que finaliza y año que entra por corromper. Pero que se corromperá antes de doce meses: la corrupción es una cuestión de tiempo.