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El lenguaje de la guerra

El titular de hoy: «La OTAN invoca la cláusula de defensa mutua tras conocer las pruebas contra Bin Laden» (El País). Hay que ver la importancia que adquiere el uso de unas palabras u otras. El mayor atentado terrorista de la historia se ha convertido en el inicio de una guerra formal contra sus autores y todos los países que los acojan. La defensa mutua, en palabras de la OTAN, no tiene otro sentido en el ámbito militar. Se ha creado, con precisión de relojero y mediante el uso de un lenguaje prebélico, el escenario para la batalla. Mientras tanto, siguiendo la misma lógica, el terrorismo de ETA queda, en apariencia, como no merecedor de una respuesta por parte de los garantes de la seguridad en el mundo occidental. ¿Alguien se plantea aplicar el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte tras algún atentado etarra? Seguramente no… porque no sabrían qué o a quién bombardear, claro.

La confianza puesta en la operación Justicia Infinita de EE.UU. por parte de quienes la apoyan con todas sus consecuencias debiera ser comparada, en un sano ejercicio de análisis político, a la lucha de Paciencia Infinita desarrollada mediante el Estado de Derecho, durante los últimos 25 años, en este rincón del mundo. La mayor parte de los coches bomba y tiros en la nuca se produjeron antes de la eclosión del ambiente anti terrorista internacional de principios del siglo XXI, recordaremos en el futuro. Mala suerte. La colaboración policial en la lucha contra el terror entre los distintos países occidentales ha llegado tarde para demasiadas víctimas de ETA. Lástima.